Algo se muere en el alma
Mi amigo pertenecía a una familia humilde de aparceros que vivía durante la zafra del tomate en el Cardonal. Era una persona muy responsable, pues desde pequeño oyó de labios de sus padres frases como estas:
«En la casa de este hombre el que no trabaja no come».
O «Lo que te pones en el plato te lo tienes que comer».
Pronto abandonó la escuela y empezó a trabajar la tierra. Cuando se echó novia quiso casarse y prosperar. Abandonó la labranza y emigró como peón a la isla vecina a construir apartamentos para los turistas. Trabajaba muchas horas, quería ahorrar el suficiente dinero para reunirse con su mujer, que lo esperaba embarazada en casa de sus suegros. Debido al cansancio cometió un error y el patrón lo despidió justo el día que su hijo nacía.
Desesperanzado y ansioso embarcó de regreso a casa. El ferry hacía la travesía durante toda la noche. Entonces tuvo tiempo para pensar en su futuro. Como no podía dormir abrumado por las responsabilidades, subió a cubierta pese al mal tiempo. Esa fue la última vez que se le vio.
Algo se muere en el alma - (c) - Rito Santiago Moreno Rodríguez