Aniversario
Al llegar del trabajo no estaba esperándome como siempre. Me resultó extraño, pero me serví la comida que me había preparado. La verdad es que siempre me sorprende gratamente con sus habilidades culinarias. Cuando estaba acabando llegó ella y no me preguntó si me había gustado. A estas alturas, ya estaba algo mosqueado tratando de averiguar que le pasaba. Seguía dándole conversación, todo lo que obtenía como respuesta eran gruñidos y monosílabos. Obviamente, debí haber hecho algo para enfadarla, pero… ¿el qué?
Que incómoda es esa sensación de culpabilidad que sientes, a pesar de estar seguro que no has hecho nada malo intencionadamente. Pese a que no las tenía todas conmigo decidí pasar del tema y esperar a que de un momento a otro me cayese el chaparrón.
Mientras ella seguía enfadada, me puse a disimular con el móvil. Abrí el Facebook y este me reveló la causa del enfado. ¿Cómo podía haberme olvidado? El mensaje decía; tienes recuerdos para rememorar. Era una publicación de hace un año, tras mostrársela conseguí arrancarle una sonrisa.
A continuación reproduzco el texto y lo acompaño de la foto que me saqué para la ocasión:
«Tere, me felicito porque hoy hace 34 años de aquella noche fría de nuestro cálido encuentro. Desde entonces cada día busco en ti esa sonrisa cómplice que alumbra mis sueños y diluye mis fracasos.
»Aquí te dejo esta tarta de aniversario, quizás la encuentres demasiado dulce; pero ya sabes que las emociones me suben un poquito el azúcar».