Banquete en carnavales
Mis padrinos prepararon una excursión a las medianías en su flamante Simca mil. En el coche viajamos nueve personas: delante ellos, detrás mis abuelos y un matrimonio vecino, sus dos hijos y yo íbamos en el maletero. Era el domingo antes de martes de carnaval. Cuando llegamos a la casa del padre de los vecinos, nos tenían preparado un banquete en su casa cueva: ensaladilla rusa, carne de cabra en salsa, tortillas de carnaval y arroz con leche; ese día casi reviento de tanto comer, sobre todo tortillas; había dos zarandas, de las que se usan para cernir el millo, repletas de este postre típico de carnaval.
Juanito era un hombre bajito que siempre llevaba un enorme sombrero. Como era hombre de campo le pregunté esperando aprender algo acerca de las cabañuelas o de su experiencia de años observando el cielo:
—Juanito, ¿Usted cree que lloverá hoy?
—¿Pues tú puedes creer? Hoy todavía no he oído el parte en la radio, —me respondió sonriendo pícaramente.