Cabuqueros
El silencio de la noche solo era roto por las campanadas del reloj de la iglesia y por el sonido del motor que retumbaba en las laderas del barranco. Día y noche se oía aquel ruido perpetuo mientras se extraía agua de las entrañas de la tierra.
Yo creía que el mecánico que estaba sentado delante del cuadro de control, observando y anotando, era capaz de controlar aquella humeante máquina infernal. Pensaba que era la persona más inteligente del mundo.
Los pozos y las canteras eran las dos únicas actividades mineras que se desarrollaban en mi pueblo. Mi padre me contaba que todos los varones de la familia dejaron las labores agrícolas para trabajar como cabuqueros. En aquella época se ganaba cuatro veces más en esta actividad que en el campo. Pero él lo tuvo que dejar por problemas respiratorios.
Los cabuqueros eran artilleros que trabajaban dinamitando los pozos para profundizarlos en busca de agua. Mi abuelo sufrió un accidente del que sobrevivió tras explotarle una carga de dinamita. Años más tarde mi tío no tuvo tanta suerte, y murió en un accidente cuando se cayó en el pozo en el que trabajaba.