El dos caballos de Antoñito
Mi vecino de enfrente era Antoñito, el chófer en el almacén de plátanos de Saro Pérez. Era el encargado de conducir uno de los enormes camiones adquiridos en el puerto de Liverpool, para transportar la fruta desde Gáldar hasta el muelle. Los camiones eran tan antiguos que en Inglaterra estaban destinados al desguace; pero la legislación española no era tan estricta, y no era difícil tropezarse con Antoñito conduciéndolos por la estrecha carretera de La Cuesta de Silva hasta finales de los años 70.
Era el único chófer de camiones del barrio en aquella época. También fue uno de los primeros vecinos en tener coche, un dos caballos azul celeste.
Más de una vez los chiquillos del barrio aprovechábamos los ventosos días de invierno, en que no había embarque y Antoñito se quedaba trabajando en la empaquetadora, para que nos llevase a la escuela de camino al trabajo. El viento soplaba tan fuerte, que parecía que el ligero vehículo iba a salir volando en cualquier momento, con todos nosotros dentro; pero gracias a la pericia de nuestro vecino, siempre llegábamos a nuestro destino.
Recordándolo pienso que no hay nada más hermoso que un dos caballos azul, rompiendo el viento.
El dos caballos de Antoñito - © - Rito Santiago Moreno Rodríguez