El mundo perdido de Timanfaya
A raíz de una avería que dejó sin luz a gran parte de la isla de Lanzarote me requirieron para analizar y solucionar el problema. Mi mujer llevaba tiempo pidiéndome que la llevara en uno de mis viajes y decidí llevarla, no sin antes advertirle de que estaría sola mucho tiempo.
Por las mañanas trabajaba en la central y por las tardes improvisábamos pequeñas excursiones por la isla. Visitamos La montaña de fuego, Los jameos del agua y algún sitio más.
Pero cuando quisimos ir a la cueva de los verdes estaba casualmente cerrada por una avería eléctrica. Aun así nos atrevimos a entrar, ya que no había nada, ni nadie, que nos impidiese el paso. Tras deslizarnos por estrechos pasadizos, llegamos hasta a una inmensa cúpula cubierta con rocas de cristal de olivina traslúcido, que proyectaban su luz sobre un lago, donde crecían algas microscópicas de un verde intenso. A orillas de ese lago había unas cuevas habitadas por hombres y mujeres albinos, pero de rasgos claramente cromañoides. Hablaban un castellano antiguo y enseguida supimos que sus antepasados se habían refugiado en esas cuevas siglos atrás, huyendo de los ataques piráticos y llevaban viviendo allí desde entonces.
Estos nativos se alimentaban del caldo de algas que se producía en el lago. Cuando lo probamos estaba caliente, sin duda debido a la energía geotérmica de la isla. Este líquido que era su único alimento, sabía a chocolate y nos sació rápidamente; también lo depositaban en recipientes hechos con conchas y cuando se enfriaba se condensaba y se convertía en una especie de helado de chocolate aceitunado.
Cuando terminó nuestra visita nos vendaron los ojos, con algo parecido a una gasa fabricada con esas mismas algas de las que también estaban hechos sus vestidos, y nos abandonaron junto al lago verde.
Después de esa ocasión he visitado varias veces la isla en busca del Reino de Timanfaya, pero no lo he vuelto a encontrar.
El mundo perdido de Timanfaya - © - Rito Santiago Moreno Rodríguez