El poeta pobre
Al mirar este cuadro del pintor Carl Spitzwe: El poeta pobre. Me viene a la memoria la anécdota que leí una vez. No recuerdo ni dónde ni cuándo. Curiosamente tengo amnesia cronológica y geográfica; pero no así literaria.
Esa historia trataba de cómo se preparaba el escritor Marcel Proust para escribir.
Se acostaba tarde, muy abrigado y con los pies encogidos, utilizando los muslos como escritorio. Sobre la mesa de noche, una batería de plumas que iba utilizando como repuesto, a medida que vencido por la fatiga o el sueño, estas se les resbalaban de la mano, yendo a parar debajo de la cama.
No puedo imaginar una forma más incómoda de escribir; utilizando ese inestable escritorio, a la luz de un candil o una simple vela.
Pero esta imagen es más amable. El poeta duerme sobre una cama de libros, calentándose con las letras de los periódicos usados. Protegiéndose con el paraguas de la luz de las estrellas que entra por el boquete del techo, evitando que sus poemas se contaminen de melancolía.