El polideportivo
Cuando se terminó de construir el polideportivo de Gáldar, fuimos los alumnos del Fernando Guanarteme los primeros en pisarlo. Celebramos varios partidos de balonmano, y en cierto modo, fuimos la mopa que limpió ese parqué. Recuerdo que estando yo defendiendo, un compañero intentó lanzar a puerta apoyándose en mi brazo extendido. En ese momento lo aparté rápidamente, cayendo al suelo, dejando los codos bajo su cuerpo. Fue tal el estruendo que se oyó, que todos pensamos que se había roto algo; pero fue en la jugada siguiente donde verdaderamente se produjo la lesión. Al saltar y lanzar a puerta caí mal sobre un solo pie y me rompí los ligamentos del tobillo. Hasta el profesor que estaba en el otro extremo del campo oyó el chasquido. Aun cuando hace mal tiempo, me reciento de ese viejo esguince.
En estas mismas instalaciones disfruté de los partidos de fútbol sala del equipo de Majadilla; mientras éste jugaba, yo me caracterizaba de presidente con una de las chaquetas que mi padre tenía para llevar a los entierros y con un cigarro puro de los que repartían los padrinos en las bodas. En esa época inicial llegamos a ganar el torneo de Semana Santa organizado por el ayuntamiento. No recuerdo que fue del trofeo, que estuvo dando vueltas por todas las vitrinas de la casa de mis padres.
Foto: Equipo de Majadilla ganador del trofeo y polideportivo de Gáldar.