Eligiendo profesión
Desde mi infancia y luego en el instituto, me planteé estudiar varias carreras. Primero pensé en ciencias exactas, pero lo descarté, pues lo mío era más las matemáticas aplicadas, y esta carrera era muy abstracta. Luego tras ayudar en el parto de una de las vacas de mi padre, me planteé estudiar veterinaria. Pero pronto desistí, porque se estudiaba en Córdoba y salir de la isla no entraba en mis planes.
Por último me decidí por estudiar Ingeniería Técnica Industrial tras una visita que realizaron los profesores de la escuela universitaria politécnica a nuestro instituto. Nos invitaron a visitar sus instalaciones y algunos aceptamos. Quedamos maravillados de todo lo que nos brindaba la escuela. Existían otras ingenierías: navales, telecomunicaciones, obras públicas o topografía; pero al final me decanté por la rama industrial. Esta tenía tres especialidades: Eléctrica, mecánica o química, siendo el primer año común, y no teniendo que decidirme por una hasta segundo.
Tengo que reconocer que al principio me atraía la química, pero la descarté tan pronto como me di cuenta de que mi apreciación del color era pésima. Para la mayoría de los análisis que se realizaban en los procesos industriales, era determinante concretar con exactitud el color que tomaba la muestra al aplicar el reactivo.
En cuanto a la mecánica, aunque era mucho más intuitiva que las otras dos especialidades, no me atraía tanto. Existía nos variantes: Estructuras, pero no me veía haciendo puentes y naves industriales el resto de mi vida, ni tampoco la de construcción de maquinaria que aunque era más bonita y creativa, no tenía muchas salidas.
Y por último quedaba electricidad con dos variantes: Centrales y Líneas eléctricas que hubiera sido la que más se adaptaba a mi futuro profesional en Endesa. O Electrónica industrial que está más enfocada a automatismos, cadenas de montajes, ascensores, grúas eléctricas, bombas de pozos y robots, pero también con mucha base electrotécnica. Me incliné por esta especialidad y no me arrepiento de la elección. A veces digo en broma que mi trabajo me gusta tanto que me voy a dedicar profesionalmente a él.