La pipa de espuma de mar, desenlace
Augusto se enteró por casualidad a través de Internet de la muerte de su amigo Paco, inmediatamente se presentó en el duelo:
—María, ¡lo siento mucho! ¡Mi más sentido pésame! Pero, ¿qué fue lo que pasó?
—Ahora no estoy con ánimos para contarte nada, he pasado una noche horrible.
En ese momento, Augusto se percató que Bernardo le estaba haciendo señas para que saliese con él a la cafetería del tanatorio.
—¿Sabes? Paco habló conmigo antes de morir.
—Pero ¿qué ha pasado? ¿Cómo fue que…?
—Se suicidó, pensaba que María le era infiel.
—Pero, ¿con quién? ¿Cómo llegó a esa conclusión?
—Espera, ahora te explico. ¿Quieres algo? Invito yo.
Tras pedir en la barra se sentaron a una mesa que estaba libre y Bernardo continuó con su relato.
—Al parecer, Paco descubrió una factura de una costosísima pipa de espuma de mar a nombre de María, y tú sabes que él nunca fumó y menos en pipa. Recuerda que en el instituto nos daba el coñazo con lo malo que era el tabaco.
—Sí, la única que llegó a convencer fue a María.
—No solo la convenció de eso, ¿No era ella tu novia en aquel entonces?
—Sí, qué tiempos aquellos, pero sin duda él jugó mejor sus cartas y supo conquistarla.
—Lo cierto es que en esa época, todos estábamos enamorados de María.
—Quizás ahora tengamos alguna posibilidad.
—¡Augusto! ¡No digas eso ni de broma! Debemos preservar la dignidad, sobre todo la de nuestro amigo.
—Tienes razón, Bernardo, debemos respetar su memoria.
—Y a propósito, debo pedirte una cosa, lo del suicidio de Paco, no se debe saber, la situación en que ha quedado María no es muy boyante, y ya sabes cómo son los seguros en estos casos. —Por mí no te preocupes; sé guardar un secreto.
Los dos amigos se despidieron con un fuerte abrazo, Bernardo sintió un agudo dolor en las costillas, producido con algo que Augusto tenía en el bolsillo del abrigo. Tras la despedida, Bernardo se quedó preocupado por algo, sin saber exactamente por qué.
Después de enterrar a Paco, Augusto se ofreció a llevar a María a casa, no podía dejar que se fuese sola con el empleado de la funeraria. Ya en el coche, María, tras la pregunta directa de Augusto, empezó a sincerarse con su amigo:
—Ahora que todo ha terminado, ¿Estas preparada para contarme como ocurrió todo?
—¿Tu sabías que Paco era diabético?, pues esa fue la forma que ideó para suicidarse, se inyectó una sobredosis de insulina.
—Pero ¿por qué hizo eso?
—Creía que yo lo engañaba. Encontró la factura de una pipa elegantísima de espuma de mar a mi nombre y creyó que era un regalo para un amante.
—¿Cómo pudo creer eso? Eres incapaz de esa traición.
—Sabes Augus, ¿qué es lo más triste de todo? Paco ha muerto por nada, ha muerto por mi cobardía.
—Pero, ¿por qué dices eso? No, no tienes ninguna culpa.
—Sí Augus, sí la tengo, la pipa era para mí, no me atreví a decirle que sigo fumando a escondidas.
La pipa de espuma de mar - © - Rito Santiago Moreno Rodríguez