Las parras de Manolito
Manolito fue el jardinero de Mr. Leacock durante años. Cuando se jubiló se retiró a la casa de sus sueños en Tafira. Todos los días se levantaba al amanecer para cuidar las parras con la fresca. Las podaba, sulfataba y abonaba. A pesar de ser varias y que daban sombra a todo el patio, Manolito calculaba de antemano donde iba a brotar cada sarmiento y cada racimo. Los cubría con una bolsa de papel. Día tras día los revisaba uno por uno.
Tanto esfuerzo estaba a punto de dar su fruto. Esa mañana Manolito sacó la última botella que le quedaba de la cosecha del año anterior. Dispuso el queso, el gofio y el vino sobre la mesa, que pronto iba a salir el sol y era hora de tomar un buen desayuno, hoy le esperaba un duro trabajo, y la uva no se recoge sola.