Los de la acera de enfrente
Los vecinos de enfrente no eran otros que la familia formado por Antoñito Reyes, Sinforianita González y sus cinco hijos. Paquillo Reyes era el menor de dos varones y junto con Tito eran los dos referentes mayores que teníamos los de mi generación.
Paco, con menos de quince años, fue el primero en comprarse una cámara fotográfica y una moto derbi. Una vez tuvo la iniciativa de montar un guachinche junto a su casa, detrás del garaje de los reyes. Todavía lo recuerdo preparando la lista de la compra:
Cerveza tropical, y en cuanto a refrescos empezaría con pepsicola, seven up. Y de tapas Manises, papas fritas, carne para prepararla en salsa, caballas y no sé qué más.
El negocio marchaba, estaba entrando dinero, todo parecía ir bien, salvo para Sinforianita que no llegaba a fin de mes. Y es que Paco, cuando se quedaba sin existencias, tiraba mano de la despensa familiar y luego se olvidaba de reponerlo. Esta fue la corta historia del primer y único negocio de restauración de Majadilla.
Ellos también fueron los primeros en instalar el teléfono, se marcaba solo 3 dígitos. Cuando el resto de vecinos necesitábamos llamar, se lo pedíamos a Sinforianita. Como a ella le daba apuro pedirnos dinero por ese servicio, optó por colocar una hucha junto al teléfono y al llamar, dejábamos el dinero.
Como Paquillo era un pillo, esos primeros días de teléfono se dedicó a llamar a diferentes lugares con las típicas bromas telefónicas al estilo de Bart Simpson.
Esta corta historia es un homenaje a esos buenos vecinos ya desaparecidos, al igual que algunos de sus hijos que también nos han dejado. Y por extensión, a todas las personas desaparecidas de Majadilla que he nombrado en mis relatos.
Fotos: Comida típica de los guachinches y teléfono modelo heraldo.
Los de la acera de enfrente - © - Rito Santiago Moreno Rodríguez