Noche de hogueras
Al inicio del verano, las vísperas de San Antonio, de San Juan y de San Pedro y San Pablo, al atardecer se prendían las hogueras. Alrededor de ellas nos reuníamos y asábamos piñas de millo y papas. Las enzarzábamos en una verguilla a modo de pinchito. Ese alambre se unía a un palo, que permitía sostenerlo como una caña de pescar y sacar la ristra del fuego, para comprobar si nuestra cena ya estaba lista.
Pero antes de poder disfrutar de esas noches mágicas a la luz de las hogueras, debíamos encontrar y acarrear el combustible. Toda la chiquillería íbamos casa por casa preguntando si tenían algo que quemar. Nos recibían con los brazos abiertos. Le retirábamos todos los trastos que iban acumulando en la casa a lo largo del año. Normalmente se trataba de muebles viejos y restos de podas. En aquel entonces la basura que se podía acumular era muy diferente a la actual. Apenas había plásticos o cartón. Y toda la materia orgánica, que no se comían ni las cabras ni las gallinas, se echaba al estercolero para producir abono. Hoy lo llaman compost.
En mi barrio se preparaban dos hogueras, una más popular que se hacía en el solar de don Jesús, y otra, de carácter más familiar, en la escombrera de los Reyes detrás de la casa de Antoñito y Sinforianita.
Había una sana competición para conseguir realizar la hoguera más grande. Siempre ganaba la de los reyes. Ellos las hacían con hojas secas de las plataneras y algunos rastrojos. Solía ser mucho más voluminosa que la que hacíamos en el solar, pero se quemaba rápidamente. Era tanto el calor que emitía esta hoguera que solo se podían acercar los mayores.
La nuestra duraba mucho más, por el tipo de combustible que empleábamos. Eso nos permitía pasar más tiempo en la calle que cualquier otro día. Ver las hogueras encendidas por todas partes era como el anuncio de que las vacaciones estaban próximas.
Esta noche, 12 de junio también hay hogueras, las de San Antonio. Pero ahora son muy diferentes a aquellas de mi recuerdo. Son utilizadas como excusa para quemar plásticos, neumáticos y otras sustancias tóxicas de forma incontrolada. En casa hemos tenido otra vez que cerrar todas las ventanas y soportar el calor para no intoxicarnos.