Platero, mi padre y yo
Entre las muchas profesiones de mi padre estaba la de marchante de ganado; pero a la vista de los comentarios de mi madre, no tuvo mucho éxito en este negocio, pues más de una vez le dijo:
—Pablo, con tanto trato cualquier día solo te quedarán las cadenas.
Entre las muchas anécdotas que me contó estaba la de un colega suyo, que con el fin de conseguir un precio ventajoso en la compra de una cabra, tras examinarla le dijo con gesto grave al incauto propietario:
—El animal tiene un problema, sólo tiene dientes abajo. En estas condiciones solo le puedo dar la mitad de lo que tenía previsto.
Luego supe que ninguna cabra tiene dientes en la parte superior, ya que entre curioso e incrédulo, no paré hasta comprobarlo corriendo detrás de una de las baifas de mi padre.
Durante toda su vida se movió entre animales y acumuló muchos conocimientos sobre ellos, que no le evitaron tener más de un percance. Una vez fue mordido por un burro y según contaba no había mordida más dolorosa que esa.
Con esa mordida se esfumó la promesa de mi padre de regalarme un borriquillo, para la tranquilidad de mi madre.
platero, mi padre y yo - © - Rito Santiago Moreno Rodríguez