Seis meses de prueba
El lunes me presenté en las oficinas y me senté donde mi jefe me había indicado. Al cabo de unas horas me llamó la secretaria del director. Al parecer tenía que haber pasado por el departamento de personal para formalizar el contrato. Luego supe que habían llamado a casa diciendo que no me había presentado.
Sobre las once de la mañana llegó Torres para recoger los billetes a Lanzarote. Después de hablar brevemente con el director se acercó y me dijo:
—El jefe quiere que viajes conmigo.
Me prestó cinco mil pesetas y habló con el administrativo para que me pidiese el billete; pero solo me encontraron plaza en lista de espera para la tarde. Al llegar a Gáldar para decir que salía de viaje y hacer la maleta mi novia no pudo reprimir el llanto.
Cuando Llegué a la isla era de noche cerrada. Camino del hotel el taxista me indicó donde estaba la central eléctrica, a través del cristal empañado y en penumbra, no pude hacerme idea de sus verdaderas dimensiones. Los compañeros me estaban esperando para salir a cenar, pero antes me solicitaron alojamiento, ya que con las prisas no me habían hecho la reserva.
Tras desayunar fuimos a la central. Recuerdo que ese día la aviación estaba haciendo maniobras sobre el cielo de Lanzarote. Una de las naves hizo un vuelo rasante sobre la central a gran velocidad y debido a la vibración que produjo, se desconectó uno de los generadores mayores, provocando un apagón en media isla.
Cuando ya me disponía a ver los planos de las bombas y conectar los equipos de prueba para la puesta en servicio del grupo generador llamaron a Torres de personal. Yo debía volver a Las Palmas porque faltaba algún trámite para terminar de formalizar mi contrato.
Fueron unos meses muy intensos, ya que la siguiente semana tuve que viajar a Fuerteventura para poner en servicio las medidas de las líneas que alimentan la península de Jandía. Viajé en ferry, de noche, en butaca y cargado de aparatos. A la siguiente fui a la central de El Hierro para estudiar los sistemas de excitación de los grupos diésel. En aquella época la central y la subestación estaban en la misma nave. Lo que más me impresionó fue el tamaño del aeropuerto, donde solo podían operar aviones pequeños.
Pero la etapa en la que más aprendí fue en la auditoría de la central de Jinámar. Se trataba de estudiar, además de las protecciones de los grupos, todos los circuitos de servicios auxiliares, lógicas de arranque de grupos, circuitos redundantes, conmutaciones y sincronizaciones automáticas, independencia de los sistemas de control de los de potencia, etc.
En este proyecto trabajé mañana y tarde durante varios meses. Teníamos que encontrar los puntos débiles en el funcionamiento de la central y proponer mejoras que garantizasen el servicio en situaciones de emergencia.