Sigue adelante que cabes por ahí
Buscando sus orígenes se desplazó a las medianías, concretamente a La Degollada, en Hoya de Pineda, donde conoció a sus parientes alfareros que vivían en este paraje. Ellos, junto a los artesanos de La Atalaya de Santa Brígida, eran los últimos representantes de la cerámica tradicional canaria. Tras varias pesquisas llegó a Tejeda, donde vivía Cipriano, un pastor que pertenecía a la amplia estirpe de ganaderos de las cumbres galdenses, su madre era de Barranco Hondo y su padre de Juncalillo.
En realidad Cipriano estaba emparentado con el resto de pastores de la isla: Los Morenos, Jiménez, Mendozas... Familias de las cumbres descendientes de la casta guanche de los achicaxnas, que se encuentran repartidos en terrenos pertenecientes a una docena de municipios distantes entre sí apenas unos kilómetros.
Al llegar a la cumbre, la carretera que conducía al punto más alto de la isla estaba tomada por un rebaño. De pronto notó por el retrovisor que se acercaba alguien; y allí estaba él, al pie del Roque Nublo en mangas de camisa, a pesar de estar a finales de enero. Paró el coche y se quedó mirándolo fijamente sin articular palabra. Su cara le resultaba familiar, vio en ella la mirada de su padre, el rostro cansado de la abuela y la sonrisa franca de su hija.
Cipriano creyó que el forastero estaba esperando el paso del rebaño para seguir su camino. Entonces señaló con su largo bastón un pequeño monturrio de tierra a la derecha de la carretera, por el que apenas cabía el panda, y le dijo:
—Tira po’nsimba , tu quipih ai.
Foto: Acuarela de Celestino Mesa, título: Pastor canario.