Un carnaval diferente
El tráfico de Las Palmas de Gran Canaria había crecido tanto que cada vez que se celebraba un evento deportivo, lúdico o festivo, la ciudad se colapsaba. Era prácticamente imposible atender la montaña de denuncias que se producía durante esos días.
Él, que desde niño participaba en el carnaval y era regatista en la embarcación de vela latina de su familia, ahora que era concejal de tráfico, se estresaba cuando se acercaban los carnavales. No hacía ni dos semanas que fue la cabalgata de reyes y ya estaba aquí don Carnal y luego la temporada de vela. Aunque esta ya no colapsaba el tráfico de la ciudad desde que se abrió la circunvalación, seguía inutilizando un carril de la avenida marítima a lo largo de todo su recorrido.
Agobiado por el día a día, no había podido terminar de perfilar una idea que andaba rumiando desde que fue a la exposición del museo Chirino en el castillo de la Luz y contempló el cuadro de Oscar Domínguez titulado "Aparición sobre el mar".
Siempre quiso ser concejal de cultura, pero no tuvo suerte en esta legislatura, pues en el reparto de concejalías entre los dos partidos de la coalición le había tocado al otro grupo.
¿Por qué no conjugar su trabajo con sus tres pasiones, a la vez que resolvía los problemas de tráfico?
Las Palmas siempre tiene buen tiempo y es una ciudad marítima. ¿Por qué no aprovechar esas dos circunstancias y crear el primer Carnaval acuático del mundo? El recorrido sería desde el barrio de San Cristóbal hasta la terminal de cruceros. Durante éste, los participantes harían exhibiciones de deportes acuáticos: esquí, vela, windsurf… Las carrozas serían embarcaciones engalanadas con cometas multicolores que ayudarían a empujarlas hacia su destino.
El concejal ya soñaba con estar sentado en el Real Club Náutico junto a las autoridades y verlas aparecer por el sur, como si emergieran del mar.