Un encuentro que cambió su vida
Jorge era un individuo diminuto que no tenía mucha formación técnica, pero gracias a sus dimensiones se había especializado en realizar trabajos en espacios reducidos. Conocía todas las canalizaciones subterráneas que distribuían la electricidad por toda la ciudad. No en vano había tendido y conectado la mayoría de esos circuitos. Llegó a realizar jornadas de doce horas bajo tierra durante muchos años.
Todo cambió aquella tarde cuando ella se cruzó en su vida. Jorge estaba intentando salir por una de las arquetas tras finalizar su jornada. Pero por más que intentaba destaparla desde el interior, la tapa no cedía. Pensó que era raro, porque se trataba de una arqueta cuadrada, de las que se encuentran en las aceras. Ya en otra ocasión se había quedado encerrado al tratar de abrir una redonda, las más pesadas y resistentes que se usan en las calzadas, pero había un coche aparcado encima y tuvo que seguir hasta la siguiente y salir por ella. Esta era la última y debido a que cada vez las hacían más estrechas, era prácticamente imposible darse la vuelta. Por otra parte, regresar marcha atrás estaba totalmente descartado. No quedaba otra que llenarse de paciencia y esperar que algunos de sus compañeros lo echasen de menos y viniesen a rescatarlo.
Cuando se calmó un poco, miró por los orificios de la tapa por donde se suele introducir los ganchos para abrirla desde el exterior y vio como uno de ellos estaba obstruido, mientras por el otro pudo adivinar como una mujer pugnaba por liberar uno de sus tacones de aguja tirando con las dos manos del zapato mientras arrodillaba sobre la arqueta la otra pierna.
A pesar de no desagradarle la insólita visión, decidió ponerle fin a su encierro y gritó:
—Oiga señorita. ¿Le puedo ayudar?
Tras un corto instante de desconcierto respondió:
—Sí, por favor, estoy atrapada y no sé qué hacer.
—Primero descálcese y hágase a un lado para que yo pueda salir y ayudarle a liberar el zapato.
Ese día Jorge conoció al amor de su vida, pero a cambio perdió su trabajo al declarársele una severa claustrofobia.
Un encuentro que cambio su vida - (c) - Rito Santiago Moreno Rodríguez