Una carretera con mucha historia

Nuestros antepasados del noroeste de Gran Canaria estaban bastante aislados; pero la situación mejoró con la puesta en servicio de la variante de Silva, a principios de los 80 del siglo pasado; esta obra redujo considerablemente el tiempo de desplazamiento a la capital.

Aunque todavía existía otra variante que faltaba por realizar, la de la carretera del rincón. Debido a los desprendimientos que se producía en este tramo, llegué a perder varias clases y algún examen. En una de esas ocasiones que viajaba en guagua y la cola apenas avanzaba, había un señor que no hacía más que levantarse y pasear a lo largo del pasillo. A cada recorrido le preguntaba al chófer que si faltaba mucho, entonces uno de los pasajeros que se estaba poniendo nervioso con tanto paseíto le dijo:

—¡Oiga maestro! ¿Por qué no se sienta?

—¡Sí!, ¿Cómo me voy a sentar, con la prisa que yo tengo? —Y siguió con su paseo refunfuñando, tras mirar otra vez el reloj, como el conejo de Alicia en el país de las maravillas.

En otro de los desprendimientos, la persona que me había recogido haciendo autostop, decidió darse la vuelta, pues ya se le pasaba la hora de hacer las gestiones que tenía previstas en la capital. Tuve que pedirle al conductor del coche de atrás que no conocía de nada, que me llevase. El hombre accedió amablemente; llegué con la cabeza como un bombo de lo que hablaba aquel buen señor, aunque no llegué a tiempo al examen; pero sí al resto de las clases de ese día.

Pasado los años, cuando ya estaba trabajando, se terminaron los túneles de Luengo; se amplió a dos carriles la autovía, primero de Las Palmas hasta Bañaderos y finalmente hasta Gáldar.

Atrás quedaron los tiempos lejanos en los que, según contaba mi abuela, cuando tenía que ir a Las Palmas, ponía en orden sus cuentas; no solo con los humanos, sino también con Dios, confesándose antes de emprender el peligroso viaje.

O más recientemente cuando viajábamos en el coche pirata. Pues antes de que existiera la Utinsa, solo estaban los coches de hora de Aicasa que aparte de impuntuales eran escasos y lentos. Por este motivo surgieron, al margen de la ley, los llamados coches piratas.

Recuerdo que en mi pueblo tenían la parada en la calle larga entre la recova y la churrería. Llegabas, y te sentabas hasta que había entre 7 y 9 pasajeros, entonces el chófer cerraba las puertas y en marcha.

En el camino se comía, las madres cambiaban los pañales a los niños, se vomitaba, y más de una vez el chófer tenía que parar para que algún pasajero evacuara aguas menores. El viaje era tan largo: primero la cuesta silva; al llegar a Bañaderos subíamos a Arucas; luego Tenoya y Tamaraceite, y finalmente la parada en Las Palmas, en el garaje de la calle Eusebio Navarro.

Al salir del coche, te costaba despedirte del resto de ocupantes que ya considerabas como de la familia, después de haber vivido esas experiencias juntos.

Fotos:

1º Diferentes etapas en la ejecución de la variante de Silva, la última se concluyó a finales del 2013.

2º Foto sacada en el garaje de Eusebio Navarro a los pasajeros: Carlitos Saúca, Panchito Castillo, Cristóbal Vera y maestro Marcial Pérez.

Una carretera con mucha historia - © - Rito Santiago Moreno Rodríguez