Visita a la feria internacional del atlántico
Cuando estaba en segundo de EGB, el maestro nos propuso ir a visitar la feria internacional del atlántico.
De mi clase sólo nos presentamos dos alumnos: Francisco Javier y yo. Ahora que lo pienso, esta escasa participación fue debida a las pocas ganas del maestro a perder el día con nosotros. Cuando llegamos nos dejó al principio del recorrido y nos dijo que nosotros mismos visitásemos los diferentes pabellones y pidiésemos de todo, folletos, pegatinas etc. Luego, nos fijó una hora de encuentro en ese mismo punto y se fue a sus asuntos.
Como pedir, pedimos; tanto que llenamos las bolsas de pegatinas, recortables y libretas para colorear. Pero lo que se dice comida, y lo que es peor, bebida, nada de nada.
Lo que más me gustó fue la reproducción a escala de un vagón del tren articulado. Como estábamos cansados de visitar todos los puestos, hicimos intención de sentarnos en uno de sus sillones. Pero una azafata de la feria nos lo impidió, cuando ya estábamos pasando por debajo del cordón rojo que impedía el acceso.
Era impresionante ver a aquellos hombres altísimos de color, vestidos con trajes típicos de sus países y con el característico gorro musulmán adornado con lentejuelas. Luego supimos que eran políticos de países africanos que estaban invitados a la feria con todos los gastos pagados. Era gracioso ver como los blancos trajeados les hacían la pelota a estos dirigentes.
La verdad es que pasamos mucho calor, ganas de comer y sobre todo sed. Ya estábamos cansados de esperar al maestro en el punto de encuentro, cuando llegó metiéndonos prisa porque la guagua ya iba a salir. Para mí que se había olvidado de nosotros.
Allí estábamos, pasadas las tres de la tarde, sentados en la guagua de regreso a Gáldar medio deshidratados y muertos de hambre, cada uno con una bolsa llena de cosas inútiles.
Visita a la feria internacional del atlántico - © - Rito Santiago Moreno Rodríguez